Juegos de mesa en el aula: una herramienta educativa poderosa
- Sustainable Teacher
- 15 ago 2021
- 4 Min. de lectura
Actualizado: 18 ago
Hoy quiero compartir una de mis pasiones desde niña: los juegos de mesa. Siempre han estado presentes en mi vida, primero en familia y después con amigos, y con el tiempo se convirtieron también en una herramienta habitual en mis clases. No hablo de juegos clásicos como Monopoly o Trivial, sino de juegos modernos, con diseños cuidados, mecánicas interesantes y un gran potencial educativo.
En este artículo te contaré cómo los utilizo en el aula, qué beneficios tienen para los estudiantes y te daré ejemplos prácticos de juegos que puedes llevar a clase según la asignatura o la situación.
Los valores que aportan los juegos de mesa
Antes de entrar en dinámicas concretas, conviene recordar por qué los juegos de mesa son un recurso tan valioso.
Respeto por los turnos: en especial para los más pequeños, esperar su momento enseña paciencia y autocontrol.
Gestión del tiempo: algunos juegos exigen pensar con calma; otros, tomar decisiones rápidas. Ambas situaciones son útiles en clase.
Estrategia y pensamiento crítico: planificar, anticipar jugadas y calcular riesgos son habilidades que luego aplican en su aprendizaje.
Conexión emocional y cognitiva: al disfrutar jugando, el cerebro emocional se conecta con el cognitivo, y esto favorece la retención de conocimientos.
En definitiva, los juegos de mesa no son un simple entretenimiento: son una puerta a valores, estrategias y aprendizajes profundos.
Tres formas de utilizar juegos de mesa en clase
En mi experiencia, los juegos de mesa pueden usarse en el aula de tres maneras principales:
Como actividad introductoria a un tema
En tutoría para trabajar valores y cohesión de grupo
En días especiales o “días tontos”
Vamos a ver cada una en detalle.
1. Juegos de mesa como actividad introductoria
Nada capta más la atención de los alumnos que empezar un tema de manera inesperada y lúdica. En biología, por ejemplo, he utilizado juegos como:
Herbáceas: cartas ilustradas con nombres de plantas aromáticas y medicinales. Ideal para introducir el tema de botánica en 1º de ESO. Aunque es para cuatro jugadores, organizo a los alumnos en parejas y así juego con ocho a la vez.
Pájaros Cantores: un juego de cartas sobre aves, que incluye nombres científicos y hasta ilustraciones de huevos reales. Perfecto para hablar de fauna y flora.
Fotosíntesis: uno de mis favoritos. Los alumnos “plantan” árboles en un tablero mientras un sol móvil proyecta sombras que limitan el crecimiento. Sirve tanto para explicar fotosíntesis como nichos ecológicos en ecosistemas.
En tecnología también he usado juegos. Un ejemplo es Junk Art, en el que los jugadores construyen esculturas con piezas de formas imposibles. Se puede trabajar equilibrio, centro de gravedad y estructuras. Además, conecta con Educación Plástica y con la reflexión sobre el consumo y los residuos.
2. Juegos de mesa en tutoría
La tutoría es un espacio privilegiado para trabajar competencias no académicas: convivencia, respeto, gestión de la frustración.
Aquí utilizo mucho Junk Art, pero adaptando las dinámicas. Aunque el juego permite competir por velocidad, en clase prefiero los modos lentos: construir con calma, priorizar la estabilidad y la colaboración. De esta forma, incluso grupos de 30 alumnos pueden participar organizados en equipos.
Lo recomiendo especialmente con grupos de 1º y 2º de ESO muy activos, porque canaliza su energía y favorece la cooperación. Además, se puede jugar en espacios grandes como el gimnasio o el patio, lo que les entusiasma.
3. Juegos de mesa para “días tontos”
Todos los docentes conocemos esos momentos del calendario en los que las clases se vuelven complicadas:
Días previos a Navidad
Jornadas después de evaluaciones
Cuando media clase está de excursión
En guardias improvisadas
Son los días ideales para sacar juegos de mesa. En lugar de perder el tiempo, los alumnos se divierten mientras desarrollan habilidades cognitivas y sociales.
Algunos juegos que recomiendo:
Código Secreto: los alumnos deben adivinar palabras a partir de pistas dadas por un “espía”. Aunque está diseñado para 2 a 8 jugadores, yo lo adapto y meto hasta 14, organizando portavoces y equipos grandes. Estimula la comunicación y el razonamiento verbal.
La Polilla Tramposa: un juego de cartas en el que se gana haciendo trampas… ¡pero sin que te pillen! Es un éxito absoluto, porque introduce el juego simbólico de romper las reglas bajo supervisión. Permite trabajar autocontrol, observación y aceptación de la derrota.
Cómo gestionar los juegos en grupos grandes
Uno de los retos de usar juegos de mesa en clase es que suelen estar pensados para grupos pequeños (4 a 6 jugadores). Sin embargo, con creatividad se pueden ampliar:
Parejas o tríos por jugador: así se dobla o triplica el número de participantes.
Rotación de mesas: los alumnos cambian de juego o de grupo cada cierto tiempo.
Adaptación de reglas: simplificar dinámicas para que el juego sea más rápido y todos participen.
Participación del profesor: jugar con ellos genera confianza y motiva mucho al grupo.
Beneficios educativos de los juegos de mesa en el aula
Más allá de los contenidos concretos de biología, historia o tecnología, los juegos aportan beneficios transversales:
Favorecen la inclusión: todos los alumnos participan, incluso los más tímidos.
Desarrollan habilidades sociales: comunicación, negociación, trabajo en equipo.
Mejoran la atención y la memoria: las dinámicas requieren concentración y recordar reglas.
Estimulan la motivación intrínseca: los alumnos aprenden sin sentir que están “estudiando”.
Reducen la ansiedad académica: transforman el aula en un espacio seguro y divertido.
Consejos prácticos para empezar
Si nunca has usado juegos de mesa en el aula, aquí van algunos consejos:
Empieza con juegos sencillos: los de reglas rápidas y partidas cortas funcionan mejor al inicio.
Explica las reglas claramente: dedica unos minutos a la explicación para evitar confusiones.
Adapta el número de jugadores: no te limites a lo que dice la caja, busca fórmulas creativas.
Relaciona el juego con el contenido: no es jugar por jugar, sino jugar para aprender.
Evalúa después: haz una breve reflexión con los alumnos sobre lo que aprendieron o sintieron.
Conclusión
Los juegos de mesa no son un lujo ni una pérdida de tiempo: son una herramienta pedagógica versátil y poderosa.
Sirven para introducir temas, para trabajar valores en tutoría y para salvar los días en los que la energía del aula hace difícil seguir el ritmo normal. Y lo más importante: los alumnos disfrutan y aprenden al mismo tiempo.
Si eres profe y aún no te has animado a usar juegos de mesa en tu clase, te invito a probarlo. Verás cómo tus alumnos responden con ilusión y cómo tú también disfrutas redescubriendo la enseñanza desde otra perspectiva.










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