Mi semana de vuelta al cole: organización, sostenibilidad y pequeños hábitos que marcan la diferencia
- Sustainable Teacher
- 28 sept
- 4 Min. de lectura
El 1 de septiembre siempre es una fecha especial para cualquier docente. Significa comienzo de curso, nuevas caras en el claustro, reuniones de inicio y también volver a organizar la vida personal para poder compaginarlo todo: trabajo, deporte, descanso y, en mi caso, el proyecto de Sustainable Teacher. En este post quiero compartirte cómo ha sido mi semana, qué rutinas me han ayudado a mantenerme en pie y cómo sigo incorporando hábitos sostenibles en mi día a día, incluso en medio del caos de horarios.
Lunes: primer día de profes y nervios renovados
El lunes comenzó con un desayuno contundente: pan casero, tostada de tomate y café. Preparar mi propio pan es ya una costumbre semanal, un hábito sostenible y saludable que me permite controlar los ingredientes y reducir envases.
El regreso al instituto estuvo marcado por las reuniones de bienvenida, el claustro de inicio de curso y la organización de credenciales y horarios. Siempre siento un pequeño cosquilleo antes de conocer a los nuevos compañeros y reencontrarme con los de años anteriores. Este curso, mi departamento está formado mayoritariamente por mujeres, lo que da pie a una dinámica nueva y enriquecedora.
El día terminó con grabación de un vídeo sobre organización en Notion y una sesión de entrenamiento con intervalos. Mantener el equilibrio entre vida profesional y personal pasa por priorizar la actividad física, aunque a veces cueste arrancar.
Martes: sumergida en Peñalara y la gestión de horarios
El martes estuvo completamente centrado en Peñalara, el programa de gestión de horarios de mi centro. Revisar, corregir y cruzar peticiones de profesores no es tarea sencilla. A veces, incluso con instrucciones claras, surgen incompatibilidades o confusiones. Por eso es esencial revisar todo con detalle antes de cargar los datos definitivos.
A mi vuelta a casa, preparé dos lavadoras y organicé la cena mientras pensaba en la importancia de esos pequeños hábitos que hacen la vida más llevadera: programar tareas domésticas, aprovechar tiempos muertos y no dejar que las obligaciones se acumulen.
Por la noche, tocó gimnasio. Una sesión tranquila de máquinas, perfecta para desconectar después de un día de puro trabajo mental.
Miércoles: jornada maratoniana y descubrimiento cultural
El miércoles fue uno de esos días interminables que terminan tarde. Entre reuniones, revisiones de horarios y ajustes constantes, salí del centro a las 21:00. Llegué a casa exhausta, con apenas energía para cenar una pizza que se convirtió en mi comida del día siguiente.
Lo positivo del día estuvo en el descubrimiento de la película Una pastelería en Tokio, que vi en casa y me conmovió profundamente. Estas pequeñas pausas culturales también forman parte de mi manera de cuidar la sostenibilidad emocional: no todo es productividad, también hay espacio para el arte y la reflexión.
Jueves: rutina de trabajo y cambios en la piel
El jueves lo dediqué a seguir ajustando horarios, pero también a hablaros de algo más personal: mi rutina facial. Tras varios años utilizando cosmética de una marca natural, noté que mi piel necesitaba algo más potente para controlar las manchas. He combinado productos de diferentes marcas, siempre buscando el equilibrio entre efectividad y sostenibilidad (vidrio frente a plástico, fórmulas limpias, etc.).
Para mí, la sostenibilidad no es solo ambiental, también es cuidar de nuestra salud y escuchar lo que nuestro cuerpo necesita en cada momento.
Viernes: yoga, compras y cierre de semana
El viernes, después de la jornada, asistí a mi clase semanal de yoga. Es un espacio que me ayuda a liberar tensiones acumuladas, estirar la espalda y reconectar conmigo misma. Ese mismo día aproveché para hacer la compra semanal, priorizando alimentos frescos y evitando plásticos en la medida de lo posible.
Aunque el plan inicial era cerrar el vlog con una cena con amigos, tuvimos que cancelarlo. Pero terminé la semana con satisfacción: había cumplido mis rutinas, organizado mis tareas y, sobre todo, mantenido hábitos que me hacen sentir coherente con mi filosofía de vida.
Outfit checks: moda sencilla, sostenible y duradera
Durante la semana compartí varios outfits, casi todos con ropa de Uniqlo, una marca que valoro por la durabilidad de sus tejidos como el algodón y el lino. Para mí, la ropa no es solo estética: es también sostenibilidad. Prefiero invertir en prendas que duren muchos años a consumir moda rápida sin conciencia.
Además, mi calzado barefoot fue protagonista de varios looks. Este tipo de zapato respeta la forma natural del pie y me acompaña en mi día a día, tanto en el trabajo como en mis actividades de ocio.
Pan casero y pequeños hábitos sostenibles
Una constante de mi semana fue el pan casero. Prepararlo no me lleva más de unos minutos y hornearlo se integra perfectamente en mi rutina. Además, aprovecho las migas para hacer cuscurros o recetas rápidas. Estos gestos cotidianos me recuerdan que la sostenibilidad empieza en casa, en lo sencillo.
Reflexiones finales
La primera semana de septiembre siempre es un torbellino. Sin embargo, gracias a la organización, la constancia y el cuidado de los pequeños hábitos, he podido mantener un equilibrio entre docencia, vida personal y sostenibilidad.
Este vlog no solo muestra mi día a día, sino también un mensaje: ser sostenible es posible incluso en las semanas más caóticas. Desde elegir ropa y calzado duradero hasta cocinar en casa o encontrar momentos de autocuidado, todo suma.
Conclusión
Espero que esta crónica de mi semana te inspire a crear tus propias rutinas y a buscar tu equilibrio. No hace falta hacerlo todo perfecto; basta con empezar por un gesto pequeño que encaje en tu vida.
Déjame en los comentarios qué rutinas o hábitos sostenibles mantienes tú en tu día a día. Y si te ha gustado este post, compártelo: quizá alguien más encuentre la motivación que necesita para dar su propio paso hacia una vida más organizada y sostenible.











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