Meditación para desconectar del trabajo como profesor
- Sustainable Teacher
- 16 jun 2024
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 20 ago
En este post quiero cerrar una serie de tres publicaciones en las que he hablado sobre cómo desconectar del trabajo siendo profesor. En los dos artículos anteriores compartí mi rutina diaria de tarde y cómo aprovecho los fines de semana largos para descansar y recargar energías. Hoy quiero ofrecerte algo diferente: una meditación guiada para docentes.
¿Por qué? Porque nuestro trabajo no se queda en una pantalla que se apaga al terminar el día. Lidiamos con personas, emociones propias y ajenas, con problemas que a veces no tienen solución inmediata, con la carga de la convivencia escolar, la atención a familias y la responsabilidad de guiar a nuestros alumnos. Esa carga emocional puede acompañarnos incluso en casa, impidiendo desconectar.
Por eso, en este artículo encontrarás una práctica sencilla de meditación y relajación que puedes realizar al volver a casa. No necesitas experiencia previa en mindfulness, solo un espacio tranquilo y unos minutos para ti.
1. Preparar el entorno para la meditación
Antes de comenzar, prepara un ambiente adecuado:
Cámbiate de ropa y ponte algo cómodo.
Ordena un poco el espacio. Un exterior recogido ayuda a sentir un interior recogido.
Prepara una infusión o una bebida ligera (caliente en invierno, fría en verano).
Busca un asiento cómodo: tu sofá, una silla, o incluso recostarte en la cama (con cuidado de no quedarte dormido).
💡 Extra opcional: dedica 5 minutos a hacer journaling. Escribe en tu cuaderno las preocupaciones recurrentes o pensamientos que no quieres que interrumpan tu práctica.
2. Ejercicio de respiración cuadrada
Comenzamos con una técnica de respiración muy usada en yoga y mindfulness: la respiración en cuatro tiempos o respiración cuadrada.
Inhala en 4 tiempos
Mantén el aire 4 tiempos
Exhala en 4 tiempos
Mantente sin aire 4 tiempos
Hazlo de forma consciente, diez ciclos seguidos. Puedes hacerlo nariz-nariz (más tradicional en yoga) o nariz-boca, como te resulte más cómodo.
Esta respiración activa el sistema parasimpático y ayuda a reducir el estrés. Cada exhalación puede convertirse en un símbolo: deja salir con ella una preocupación del día.
3. Visualización: tu lugar seguro
Tras las respiraciones, llega el momento de llevar la mente a un entorno de calma y seguridad. Este ejercicio de visualización puede adaptarse a cada persona:
Una playa tranquila, con el sonido de las olas y la brisa marina.
Un bosque con hojas mullidas, sombra fresca y el sol filtrándose entre las ramas.
La casa de tus abuelos, un prado, un sofá mullido o cualquier lugar que te transmita paz.
La clave es transportarte mentalmente a ese lugar seguro, donde nada te perturba.
💡 Si surge un pensamiento intrusivo, no pasa nada. Obsérvalo, dite “un pensamiento” y déjalo ir. Si es recurrente, anótalo después en tu cuaderno.
4. Liberar preocupaciones
En este estado de calma, pregúntate:
¿Son realmente importantes esas preocupaciones?
¿Seguirán siéndolo dentro de un año, dentro de cinco?
¿Afectan a mi salud o a la de mis seres queridos?
Si la respuesta es no, déjalas ir. Muchas de nuestras preocupaciones son escenarios futuros que nunca llegan a ocurrir.
5. Relajación progresiva con luz o calor
Ahora imaginamos un rayo de luz cálido o una manta reconfortante que recorre todo el cuerpo. Con cada inhalación y exhalación, la luz asciende y relaja cada zona:
Empieza en los pies, relaja dedos, plantas y tobillos.
Sube por piernas, rodillas y muslos.
Llega a la cadera, abdomen y zona lumbar.
Recorre el torso, espalda y hombros.
Se divide hacia brazos y manos, liberando tensión.
Sube por el cuello y la cara: mandíbula, entrecejo, ojos.
Termina en la coronilla, disolviendo los últimos pensamientos.
Mientras avanzas, imagina que cada músculo se suelta, que cada exhalación libera tensión acumulada.
6. Finalizar la práctica
Para terminar, haz unas cuantas respiraciones profundas a tu ritmo. Mantén esa sensación de calma y pregúntate qué es realmente importante.
Tu cuerpo y tu mente han liberado tensiones. Ahora puedes retomar la tarde con más energía, perspectiva y claridad.
Conclusión
La enseñanza es una profesión apasionante, pero también exigente a nivel emocional. Por eso es fundamental cuidar nuestra salud mental y aprender a desconectar al final del día. Esta meditación guiada es una herramienta sencilla y accesible que puedes repetir siempre que lo necesites.
Si eres docente y buscas más ideas para cuidar de ti mismo, te invito a revisar los otros dos posts de esta serie sobre rutinas de descanso. Y si pruebas esta meditación, cuéntame en comentarios cómo te ha funcionado.
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