¿Por qué los adolescentes sufren tanta ansiedad?
- Sustainable Teacher
- 5 oct
- 4 Min. de lectura
En los últimos años hemos visto cómo la ansiedad, la depresión y otros problemas de salud mental se disparan entre los adolescentes. Como docente, lo observo en mis aulas: cada vez más chicos y chicas muestran signos de agotamiento emocional, falta de concentración y sentimientos de desesperanza.
Por eso me llamó tanto la atención el libro La generación ansiosa (The Anxious Generation) de Jonathan Haidt, psicólogo social y profesor en la Universidad de Nueva York, que lleva años investigando este fenómeno. El autor sostiene que el aumento masivo de la ansiedad en adolescentes está directamente relacionado con el uso de smartphones y redes sociales.
En esta reseña te resumo las ideas principales del libro, lo que más me ha impactado y también cómo podemos aplicar sus propuestas en nuestra vida diaria, tanto en la familia como en las escuelas.
Capítulo 1: La oleada de sufrimiento adolescente
Haidt arranca con un dato contundente: en Estados Unidos, la depresión grave entre adolescentes de 13 a 19 años ha aumentado más de un 150% en la última década. Y no, no es un simple “sobrediagnóstico” ni culpa del COVID-19. La tendencia empezó mucho antes.
Los problemas más comunes son:
Ansiedad crónica.
Depresión y tristeza persistente.
Autolesiones en chicas y suicidios en chicos.
Rumiación improductiva, es decir, dar vueltas a los mismos pensamientos sin encontrar soluciones.
El autor aclara algo clave: el problema no es el móvil en sí, sino el smartphone y las redes sociales. Son las aplicaciones —con sus notificaciones, likes y recompensas inmediatas— las que han reconfigurado la adolescencia.
Capítulo 2: Lo que necesitan los niños para crecer bien
Haidt insiste en que la infancia y la adolescencia son etapas biológicas y sociales donde los niños necesitan experimentar, jugar y relacionarse en persona.
El juego libre, no supervisado y con iguales, es esencial para:
Aprender a negociar y resolver conflictos.
Desarrollar identidad propia.
Ganar autonomía y confianza en uno mismo.
El smartphone actúa como inhibidor de experiencias: los chicos pasan más tiempo en pantallas y menos tiempo al aire libre, con amigos o en contacto con la naturaleza. El resultado es una adolescencia más frágil, con menos oportunidades para crecer de forma equilibrada.
Capítulo 3: Los cuatro grandes perjuicios de los smartphones
Según Haidt, hay cuatro consecuencias principales del uso excesivo de redes y móviles:
Privación de juego y relaciones sociales reales.
Falta de sueño, porque los adolescentes se acuestan tarde y las pantallas alteran sus ritmos circadianos.
Fragmentación de la atención, ya que las notificaciones constantes impiden la concentración profunda.
Adicción digital, provocada por la búsqueda de recompensas rápidas (likes, mensajes, reacciones).
Estos problemas afectan a todos, pero especialmente a los adolescentes, cuyo cerebro aún está en formación.
Capítulo 4: Chicas y chicos, efectos diferentes
El libro explica que las redes sociales afectan de forma distinta a chicas y chicos:
Chicas: pasan más tiempo en redes, se comparan constantemente, sienten más presión estética y perfeccionista. Están más expuestas a violencia psicológica y acoso online.
Chicos: sufren más enganche a videojuegos y pornografía, lo que deriva en aislamiento social y desesperanza académica. Tienen mayores tasas de suicidio, mientras que en chicas son más frecuentes las autolesiones.
Capítulo 5: La gran reconfiguración social
Haidt acuña el término “la gran reconfiguración” para describir cómo las redes sociales han transformado la manera en que nos relacionamos.
Antes, la construcción de la identidad adolescente ocurría cara a cara, con experiencias compartidas. Ahora ocurre en un entorno virtual, condicionado por algoritmos y likes. Esto ha cambiado profundamente la forma de ser, convivir y aprender.
Capítulo 6: La pérdida de espiritualidad y naturaleza
Otro aspecto que me llamó la atención es la pérdida de contacto con la naturaleza, la contemplación y la espiritualidad. Haidt explica que los adolescentes pasan cada vez menos tiempo al aire libre y más tiempo en pantallas, lo que reduce su bienestar emocional y su sentido de propósito.
Capítulo 7: Qué pueden hacer gobiernos, escuelas y familias
La parte final del libro es la más práctica. Haidt ofrece propuestas a distintos niveles:
Gobiernos
Elevar la edad mínima para usar redes sociales a los 16 años.
Regular la publicidad y el uso de datos en plataformas digitales.
Promover ciudades seguras y espacios públicos para que los niños puedan jugar libremente.
Escuelas
Limitar o prohibir el uso de móviles en el centro.
Recuperar recreos con más juego libre.
Trabajar especialmente con los chicos que muestran más desvinculación escolar.
Familias
Establecer rutinas claras de sueño y uso del teléfono.
Fomentar la autonomía de los hijos: que vayan andando al colegio, hagan recados, cuiden de otros.
Promover actividades al aire libre, campamentos y contacto con la naturaleza.
Retrasar lo máximo posible la entrada a redes sociales.
Conclusión: un libro necesario
La generación ansiosa es un libro imprescindible para padres, docentes y cualquier persona interesada en la salud mental juvenil. Haidt no se limita a criticar, sino que aporta soluciones realistas y apoyadas en evidencia científica.
Personalmente, como profesora, me ha confirmado muchas intuiciones y me ha dado herramientas para reflexionar sobre cómo educamos en la era digital.
Si tienes adolescentes cerca o trabajas con ellos, te recomiendo leerlo sin dudar.
Mi recomendación:
Lee el libro, reflexiona sobre tu propia relación con las pantallas y pon en práctica pequeños cambios en tu entorno. A veces, recuperar lo esencial —el juego, el descanso, la naturaleza— es el mayor acto de rebeldía frente a la ansiedad digital.










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