Cosas Zero Waste que He Dejado de Usar (y por Qué)
- Sustainable Teacher
- 13 jun 2021
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 17 sept
En este artículo quiero hablarte de algo muy honesto y personal: productos zero waste, low waste y ecológicos que probé en su momento pero que ya no uso. No porque no crea en el movimiento, al contrario: sigo comprometida con un estilo de vida sostenible, pero hay cosas que simplemente no me funcionaron o que, en mi contexto, eran inviables.
Quiero dejar claro que esto no es un arrepentimiento ni una renuncia al zero waste. Es más bien un proceso de aprendizaje: probamos, experimentamos, nos equivocamos y, a partir de ahí, encontramos un equilibrio que encaje con nuestra vida.
1. El Camino del Zero Waste: Aprender y Ajustar
Cuando empiezas en el mundo del zero waste, te dejas llevar por la ilusión de cambiar hábitos:
Ves vídeos en YouTube.
Sigues cuentas en Instagram.
Descubres tiendas sostenibles.
Compras productos que parecen “la solución definitiva”.
Yo llevo ya más de dos años y medio muy metida en esto. Y lo que he aprendido es que la sostenibilidad no es lineal: no siempre funciona todo a la primera y está bien modificar el rumbo.
Tus circunstancias cambian:
La salud.
La economía.
El tiempo disponible.
El entorno físico (por ejemplo, un baño húmedo como el mío).
Todo influye. Y aquí te cuento los productos que decidí dejar atrás.
2. Cepillos de dientes de bambú
Fue uno de mis primeros cambios y, sinceramente, no me funcionó.
👉 Mi baño es muy húmedo, tanto que incluso las paredes necesitan cuidados para evitar hongos. Resultado: los cepillos de bambú cogían olor a humedad, y tener ese olor en la boca cada mañana era insoportable.
Solución actual:
He vuelto a mi cepillo eléctrico, que comparto con Rafa (tenemos una sola base y dos cabezales). Sí, sigue siendo plástico, pero solo desechamos el cabezal de vez en cuando, y para nosotros es un compromiso más realista.
3. El experimento fallido del gel casero
Quise sustituir gel, detergente y lavavajillas por una fórmula de jabón de Castilla rallado, hervido y convertido en gel.
Problemas:
Mucho trabajo (rayar, hervir, limpiar…).
Densidad cambiante: en invierno era casi sólido, en verano líquido como agua.
No salía bien por los dispensadores.
Resultado: abandonamos la idea.
Hoy:
Rafa usa un gel convencional de supermercado.
Yo sigo fiel a las pastillas de jabón sólido, mucho más sencillas y sin envases plásticos.
4. Detergente casero para la lavadora
Aquí sí que topé con un gran problema. El detergente casero no limpiaba bien la ropa, sobre todo cuando había sudor.
En mi día a día como profe, con clases, laboratorios y 30 alumnos en un aula cerrada, necesito que la ropa quede impecable. Probé percarbonato y otros trucos, pero el olor persistía.
Además:
Había que lavar con agua caliente (más gasto energético).
La ropa almacenada en bolsas al vacío cogía un olor raro.
Conclusión: no merecía la pena el esfuerzo ni la ineficacia.
5. Lavavajillas casero
Lo probamos, pero Rafa (que es quien friega en casa) no estaba nada contento. Las marcas blancas quedaban en los platos y había que enjuagar con agua muy caliente. El ahorro y la sostenibilidad se esfumaban entre trabajo extra y resultados mediocres.
6. Desodorante casero
Otra prueba fallida: mezclar aceite de coco, bicarbonato y maicena para hacer un desodorante natural.
El resultado:
Aguantaba para un paseo o estar en la biblioteca.
Pero no para dar clases, moverme por el centro o pasarme el día activa.
El aceite de coco manchaba la ropa y, al no tener detergente eficaz, las manchas se quedaban.
Hoy uso un desodorante comercial que funciona y me da tranquilidad.
7. Pañuelos y servilletas de tela
Me encantaban los pañuelos de tela de algodón. Usaba uno al día y lo lavaba después, sustituyendo totalmente a los de papel.
Pero llegó la pandemia y, por higiene, dejé de usarlos.
Lo mismo con las servilletas y vasos reutilizables fuera de casa: muchos sitios no aceptaban objetos traídos de casa, o yo misma prefería no arriesgar.
👉 En cuanto todo vuelva a la normalidad, quiero recuperar este hábito.
8. Reflexiones finales: Aprender a soltar
De todo este proceso me quedo con algo importante:
No se trata de hacerlo todo perfecto.
No se trata de culpabilizarse por no poder con todo.
Se trata de buscar un equilibrio sostenible a largo plazo.
Hay hábitos que sigo manteniendo (jabones en pastilla, bolsas de tela, tupperwares, compras conscientes) y otros que quizá recupere en el futuro.
Lo importante es seguir en el camino. La sostenibilidad no es una meta fija, es un viaje de constante adaptación.
Conclusión
No todos los productos zero waste funcionan igual para todas las personas. Lo que importa es probar, reflexionar y elegir lo que encaje contigo.
Y tú, ¿qué cambios zero waste probaste y dejaste de usar?
Me encantará leerte en comentarios.










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