Reseña del documental Seaspiracy: ¿Qué está pasando con los océanos?
- Sustainable Teacher
- 27 mar 2021
- 5 Min. de lectura
Actualizado: 7 oct
En el artículo de hoy te traigo una reseña y opinión personal sobre el documental de Netflix Seaspiracy, dirigido por Ali Tabrizi y producido por AUM Films, el mismo equipo detrás de Cowspiracy y What the Health.
Este documental ha generado un gran debate sobre la industria pesquera, el impacto de la contaminación marina y las contradicciones del consumo sostenible de pescado.
No es una película fácil de ver, pero sí necesaria. Si te interesa la sostenibilidad, el consumo responsable y el medio ambiente, quédate conmigo: te contaré lo mejor, lo peor y lo más impactante de Seaspiracy, además de mi reflexión personal tras verlo.
1. De qué trata
Seaspiracy
Seaspiracy es un documental británico estrenado en Netflix en 2021 que investiga el impacto de la pesca industrial y la piscicultura sobre los ecosistemas marinos.
A lo largo de la película, Ali Tabrizi —su director y narrador— viaja por distintos países para mostrar la realidad oculta de la industria pesquera global: desde la captura accidental de especies hasta las condiciones laborales en los barcos.
La producción forma parte del conjunto de documentales de AUM Films, creadores también de Cowspiracy y What the Health. Todos ellos comparten un estilo muy característico:
tono de denuncia ambiental,
enfoque directo y visual,
y un mensaje final orientado al cambio individual y colectivo.
En este caso, el foco está puesto en el mar. Tabrizi explora los efectos de la sobrepesca, la contaminación por plásticos, los sellos de sostenibilidad, la acuicultura y las implicaciones éticas del consumo de pescado.
2. Lo mejor del documental
a) Una mirada científica a los océanos
Uno de los grandes aciertos de Seaspiracy es que combina divulgación científica y activismo ambiental.
Explica de forma clara conceptos como las redes tróficas, la bioacumulación o la cinta transportadora oceánica, mostrando cómo cada desequilibrio afecta al conjunto del planeta.
Si se eliminan especies clave, las cadenas alimentarias se alteran y eso puede modificar el clima, la circulación oceánica e incluso la productividad pesquera futura.
El documental consigue transmitir que todo está conectado y que el daño al mar acaba regresando a nosotros.
b) La denuncia de los sellos de sostenibilidad
Otra parte muy interesante es la investigación sobre los sellos “Dolphin Safe” y otras certificaciones de pesca responsable.
Tabrizi muestra cómo estas etiquetas no siempre garantizan prácticas éticas ni ecológicas. Las auditorías son escasas, los observadores están amenazados o sobornados, y en muchos casos se depende simplemente de la palabra del capitán del barco.
Este punto me hizo reflexionar sobre cuántas veces compramos productos “verdes” o “sostenibles” sin comprobar lo que realmente hay detrás.
No todo lo que lleva un sello ecológico lo es. La transparencia importa tanto como la intención.
c) El impacto de las redes de pesca y los metales pesados
El documental también pone el foco en algo de lo que se habla poco: las redes de pesca abandonadas o perdidas, responsables de una gran parte de los residuos plásticos en el océano.
Mientras el discurso popular se centra en pajitas o bolsas, Seaspiracy recuerda que la mayor contaminación viene de la propia industria pesquera.
También trata el problema de los metales pesados y la bioacumulación: cómo el mercurio o el plomo pasan del plancton a los peces pequeños, luego a los grandes y, finalmente, a nosotros.
Por eso, en muchos países se desaconseja que los niños pequeños coman especies grandes como el atún o el pez espada.
El documental logra explicar esto de manera visual, entendible y con ejemplos concretos.
d) Las consecuencias humanas
Uno de los aspectos más impactantes es el testimonio sobre las condiciones laborales en barcos pesqueros ilegales.
El documental muestra cómo en algunas zonas del sudeste asiático existen casos documentados de trabajo forzoso y esclavitud moderna.
Personas que son explotadas durante meses o años, sin poder regresar a tierra, y a veces incluso asesinadas si se rebelan o enferman.
Es una parte difícil de ver, pero muy necesaria. Nos recuerda que la sostenibilidad no solo es ambiental: también social y ética.
e) Un mensaje final esperanzador
A pesar de lo duro que resulta el contenido, el documental termina con esperanza.
Muestra que el océano tiene una inmensa capacidad de regeneración si dejamos de presionarlo.
En pocas décadas, las poblaciones marinas podrían recuperarse si reducimos el consumo de pescado y mejoramos las políticas pesqueras.
El mensaje final no es de culpa, sino de responsabilidad compartida.
3. Lo que menos me ha gustado
a) El enfoque en las especies carismáticas
Como suele pasar en este tipo de documentales, el hilo narrativo se construye en torno a especies “bonitas” —ballenas, delfines, tortugas— que captan la empatía del espectador.
Es comprensible, pero deja fuera muchas otras especies esenciales (peces pequeños, corales, algas) que también sufren y de las que depende todo el ecosistema.
b) Exceso de dramatismo y conspiración
El título Seaspiracy juega con la idea de una “conspiración del mar”, y a veces el documental fuerza demasiado ese marco.
El tono de denuncia está bien, pero el recurso constante a la conspiración puede restar credibilidad a la parte científica.
No todo tiene que ser un secreto global: hay causas estructurales y políticas que ya conocemos y que igualmente merecen atención.
c) Falta de fuentes claras
Uno de los puntos más criticados por muchos espectadores (y que comparto) es la poca transparencia de los datos.
Aunque en pantalla aparecen referencias y estudios, la página oficial de Seaspiracy no ofrece acceso completo a todas las fuentes.
Si estás haciendo afirmaciones tan serias, los datos deberían estar disponibles y verificables.
Esto es clave para que el documental sea más que una denuncia: para que sea una herramienta educativa.
d) Duración y accesibilidad
El documental dura alrededor de hora y media y está solo en inglés con subtítulos.
Para quien no domina el idioma o no está muy familiarizado con la temática, puede hacerse largo y denso.
Quizá una versión más corta o dividida por capítulos facilitaría su alcance educativo.
4. Lo que más me impactó
Aunque hay muchas imágenes duras, lo que más me afectó fue descubrir las condiciones humanas detrás de la industria pesquera:
Jornadas inhumanas.
Falta de derechos laborales.
Personas enfermas o heridas abandonadas en el mar.
Testimonios de observadores asesinados por denunciar prácticas ilegales.
Hasta ese momento pensaba en la pesca como un problema ecológico; no había considerado el nivel de violencia y explotación humana que la acompaña.
Desde entonces, mi decisión de reducir el consumo de pescado ha cobrado un sentido aún más profundo.
5. Conclusión: ver para entender, entender para actuar
Seaspiracy no es perfecto. A veces exagera, dramatiza o simplifica. Pero tiene algo valioso: hace que te cuestiones lo que dabas por hecho.
Después de verlo, cuesta volver a mirar una lata de atún o un plato de marisco sin pensar en todo lo que hay detrás: los océanos agotados, los animales atrapados y las personas que sufren para mantener una industria desbordada.
No se trata de dejar de comer pescado de un día para otro, sino de ser conscientes y de elegir con más criterio:
Reducir el consumo.
Optar por productores locales y trazables.
Exigir transparencia a las marcas.
Apoyar políticas de protección marina.
El océano puede recuperarse si lo dejamos respirar.
Y eso empieza con nuestras decisiones cotidianas.








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